¡¡Francisco de Miranda ha vuelto a la vida!! Así retrataban los títulos de la inmensa mayoría de los periódicos venezolanos aquel suceso indescriptible que tuvo lugar en Caracas el 3 de mayo de 2009.
La estatua de Francisco de Miranda del Paseo Los Próceres cobró vida y asombró y asustó a más de uno. La periodista Ana Palacios del periódico El Nacional logró acercarse a la estatua, plenamente asustada, y hacerle un conjunto de preguntas del por qué se encontraba con vida. Pregunta que nos hacíamos todos los venezolanos. He aquí un fragmento de la entrevista:
- ¡General! ¿Sabe en qué ciudad se encuentra? - Ana Palacios (AP)
- ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Dónde estoy? – Francisco de Miranda (FM)
- Usted está en Caracas, su ciudad natal. Estamos en el año 2009 y, si me disculpa el abuso de decírselo ilustre, usted es una estatua – AP
Los ojos de todos los venezolanos estaban pegados a las pantallas de televisión presenciando este momento que jamás se pensó podría suceder.
Controlando sus emociones y tratando de aparentar cierta calma, la estatua de Francisco de Miranda salió de detrás del árbol del Paseo Los Próceres donde se encontraba y se situó al lado de la periodista Ana Palacios.
- No sé que me ha traído a la vida, pero si esta es mi patria Venezuela quiero ver qué ha sido de ella todos estos años - FM.
- Entonces permítame mostrársela- AP.
Las cámaras de todas las cadenas televisivas seguían de cerca a la periodista en su intento de enseñarle Caracas al por siempre Venezolano Universal. La estatua a pesar de ser de piedra reflejaba muy bien todas sus emociones. No entendía que su existencia se debiera a un monumento erigido a favor de la Milicia venezolana y que en él se le rindiera tributo a los próceres de la historia de la nación.
Al contarle la historia de lo que era Venezuela hoy en día, su política sobre todo que era lo que a él más le interesaba, la estatua de Francisco de Miranda no pudo disimular su sorpresa. Cómo era posible que un pueblo como el venezolano que ya, por lo que había escuchado, había pasado por tantos gobiernos autoritarios se dejara manipular de la forma como estaba siendo manipulado.
- Yo siempre creí en una Venezuela libre de opresores, independiente en todo el sentido de la palabra. No puedo creer que más de un siglo después mis ideas son escuchadas más no puestas en práctica!! Si me conocieran de verdad como dicen sus libros, sabrían que yo siempre he sido de carácter simplista con todos los pueblos latinoamericanos y jamás estaría de acuerdo con políticas como la que existe hoy en día en el país. Eso de las misiones de las que me hablan o las dadivas con las que lo único que se gana es mantener a la sociedad en una pobreza de la cual no se va a lograr salir nunca, es propio de un gobierno autoritario. Asimismo, el constante rechazo hacia las políticas extranjeras, hacia los lujos y los placeres de la vida, son algo inimaginable para un político como yo en el que la idea de austeridad no significa en ningún contexto un avance para alguna revolución –FM.
- ¿Entonces usted está queriendo decir que en Venezuela hoy en día se practica una política ineficiente por parte de nuestros mandatarios? – AP.
- Yo lo que quiero decir es que un político debe caracterizarse por su profesionalismo y por ser siempre responsable ante las tareas encomendadas por su pueblo y según he podido observar, estas características no destacan en este Gobierno donde las excusas ante los incumplimientos están a la orden del día y la eficacia en el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos deja bastante que desear. Asimismo siempre he sido un adversario de los personalismos y su figura presidencial es exactamente esto.
- ¿Algún consejo que desee darle a los venezolanos? – AP.
- Marchemos unánimes al mismo punto, pues con la desunión solamente correría riesgo, a mi parecer, nuestra salvación e independencia –FM.Y como si fuera por arte de magia, la estatua volvió a convertirse en piedra y en la mitad del centro de Caracas fue montada en una camioneta para ser llevada de vuelta a su lugar: los muros horizontales del Paseo Los Próceres.
viernes, 29 de mayo de 2009
Francisco de Miranda ha vuelto a la vida
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Etiquetas: Jeliana M. Rodríguez R
La primera vez
Mis tacones se aproximaron con impaciencia. El pantalón ultrapegado hacía gala de su elegantísima incomodidad. Ganas mías de complicarlo todo, como siempre. Tres pasos a la derecha, tres pasos a la izquierda, taconeo repetitivo, tongoneo monolateral de la cadera y la duda carcomiéndome el cerebro porque, aún y cuando siempre me vanaglorio de mi propio coraje, esa era mi primera vez. Seguro de todo y rebosante de experiencias pasadas aparece él, me dice “princesa” para romper el hielo, sospecho que en mis ojos ve el miedo de una niña que nunca antes había hecho eso. Me ofrece su mano para comenzar.
“Espérate un minuto”, le digo ante la duda de quedarme allí o salir corriendo. “Tranquila, bella, no va a pasar nada”, me dice él con el oscuro doble interés de obtener lo que fue a buscar. Asustada me acerco y sigo sus primeras instrucciones segurísima, además, de que lo estaba haciendo terriblemente mal. Lo miro de nuevo, esperado respuestas que sólo él podía darme. “¿Así? ¿Ya?”, pregunto asustada al ver que no nos estamos cuidando. Él se da cuenta de que así no vamos a llegar a ningún lado y sin titubear me ofrece protección.
Yo ya estaba ahí, ya lo había llamado, era una falta de consideración dejarlo así, aunque en el fondo sé que // lo hubiese buscado otra u otras (si yo decía que no, el hubiese buscado a otras). Los tipos como él pueden con todo, lo supe desde el primer segundo que lo vi en mi vida. Recuerdo que merodeaba por mi calle buscando compañía, cualquiera que fuera, diciéndole a todo el mundo con ese tono sabrosón que se atreviera, que era rapidito. Más de una le hacía caso, yo no, hasta ese día.
Es que una, por más elegante que parezca, también tiene necesidades. Necesidades urgentes. Y viene él y se ofrece así, con esa convicción de que puede hacerlo mejor que nadie, justo cuando estás sola, cuando nadie te ayuda, cuando estás decidida a un “ahora o nunca”. Y caes.
Acerqué mi pierna derecha mientras él me ayudó en el primer impulso. Abrí la otra pierna y la puse alrededor de su cintura. Ya había logrado tenerme indefensa, abrazándolo, como si mi vida dependiese de él y de su bien cultivada habilidad de hacer llegar a quien le pide llegar. ¡Arrogante!. Me arrepentí de aferrarme a su cuerpo como una niña pequeña, bien hubiese podido hacer eso sin tanta dependencia corporal, al fin y al cabo no era un abrazo lo que necesitábamos ninguno de los dos. Pero yo tenía miedo.
No pudo arrancar de inmediato, tuvo que intentarlo un par de veces porque yo lo frenaba clavándole las uñas. Finalmente, me dejé llevar. Comenzó lento, porque el camino que conduce hacia mí siempre ha ofrecido numerosas dificultades. Después aumentó la velocidad y yo, resignada a no volver atrás, comencé a disfrutarlo. Descubrí, entre otra cosas, que es como una montaña rusa, a veces sube, a veces baja, a veces brinca y a veces te hace apretar los dientes y los ojos porque sientes que es lo último que vas a hacer en la vida.
La sensación térmica se trastoca. Dejas de entender la temperatura, no hace ni frío ni calor, pero te suda la espalda. Pasaron 15 minutos, tal vez un poco más, en ese movimiento constante y ese sonido entrecortado que te ocupa la totalidad del oído. Estábamos cerca, ambos sabíamos que estábamos cerca y eso generaba una ansiedad tan grande que él aceleraba sin piedad. “No tan rápido, por favor” le dije, cuando pensé que el corazón me estallaría.
Sentía el olor de su nuca, un olor barato, arrabalero, muy poco parecido a mí. Pero no me importaba. Vi el peligro de cerca, muy de cerca y me gustó. Para él, no faltaba mucho. A mí, sin embargo, me hubiese gustado seguir sin otro límite que no fuera el que yo impusiera. Llegamos. Seguramente él, como siempre, estaba apurado.
Me bajé y mirándole a los ojos le di las gracias, no sé por qué. Fue maravilloso, para mí lo fue.
Digno de repeticiones compulsivas, tuve miedo de volverme adicta. Mientras trataba de sentir el entrepierna dormido escuché su voz desagradable e inexpresiva: “Págame, pues” me dijo. Me sentí menospreciada porque creía que a ambos nos había parecido estupendo. Tan estupendo como para no cobrar una vez en su vida. A las damas no se les cobra, ¡carajo!. Muchos menos a una como yo. Humillada pagué y no lo volví a ver.
Hoy sigo aquí, propensa a que otra urgencia me lleve a la recaída.
¡Maldito mototaxi!
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Etiquetas: Victoria Sequera
jueves, 28 de mayo de 2009
Las primeras 7 medidas si yo fuera Presidente
1- Iría a todos lados con una roca gigante amarrada al torso.
¿Por qué el país lo necesita?
Porque después de algo como esto, la gente que se queja de su trabajo simplemente pierde la moral de quejarse de lo que sea. Por lo menos no tienen que ir a trabajar… ¡con una roca gigante amarrada al torso!
El problema está en que…
A estas alturas, no creo que El Negrito del Batey se regenere.
2- Crearía el lema “La Verdadera Riqueza del País Está en su Gente.”
¿Por qué el país lo necesita?
Admitámoslo; esa idea de que “Venezuela es un país con demasiada riqueza” nos ha hecho más mal que bien. Esta medida pretende asentar el concepto en la gente de que el capital que importa es el humano y su trabajo.
El problema está en que…
Nunca falta el tipo que va a echar un vistazo alrededor, va ver a las mujeres… y concluirá que el país está rico igual.
3- Borraría todos los gobiernos pasados de los registros oficiales.
¿Por qué el país lo necesita?
Todos los gobiernos a nivel nacional (incluido el mío) perderían la excusa de que nada sale bien porque el gobierno pasado metió la pata espectacularmente mal.
El problema está en que…
Siempre le puedes echar la culpa a la manipulación mediática, aunque no exista tal cosa más allá de tu mundo imaginario.
4- Me quitaría el apellido y me colocaría el título de “El Terrible.”
¿Por qué el país lo necesita?
Con la publicidad correcta, puedo dar la imagen de que soy el nuevo Azote de Dios; nadie se atrevería delinquir ante las supuestas consecuencias y sólo un estúpido nos haría la guerra. Si tengo suerte, un irlandés escribirá un bestseller sobre mí y el turismo del país se disparará (en serio, esto ya pasó con Drácula).
El problema está en que…
Todo se puede caer cuando se corra la voz de que quien manda en la casa es mi mujer —como en todos los hogares venezolanos. Sabes que sí.
5- Crearía “El Ministerio Para el Poder Popular de los Ministerios.”
¿Por qué el país lo necesita?
No sé. Con todos los ministerios que existen ahora, este parece que es el único que falta.
El problema está en que…
Si no solucionamos la compleja burocracia actual, nadie va a poder hablar con el ministro y nos vamos a quedar sin saber para qué sirve.
6- Regalo el avión presidencial.
¿Por qué el país lo necesita?
Así pierdo la tentación de irme de viaje por ahí. Esto, sumado a la roca, me eliminará las ganas de rondar demasiado lejos.
El problema está en que…
Mal plan de supervivencia si nos invaden los extraterrestres de Día de la Independencia y me toca ser el héroe.
7- Me decretaría una prohibición para hacer cadenas de radio y televisión.
¿Por qué el país lo necesita?
Hasta la pregunta es estúpida.
El problema está en que…
No hay problema; esta idea es perfecta. Ejecútese.
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Etiquetas: Victor C Drax
Si yo fuera Presidente
De Eleazar López Contreras tomaría la administración de las divisas como prioridad. Así lo hizo él con la creación del Banco Central de Venezuela y así lo haría yo con el fomento de la inversión –tanto privada como pública- y la siembra del petróleo como bien lo dijera el ilustre Arturo Uslar Pietri -lamentablemente no escogido Presidente pero gobernante de la sensatez y los corazones de muchos-.
De los dos Rómulos, Betancourt y Gallegos, su firme ideología democrática es admirable. Sin embargo, en mi gobierno la ideología no se contradiría con las acciones como ocurrió con su participación en el golpe de estado del 45 y con la suspensión de las libertades civiles del 62.
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Etiquetas: Paula Ortiz
miércoles, 27 de mayo de 2009
Desvarìos
“Calvario es un calvario es un calvario es un calvario”
(Tautología inventada por mí en momentos de desvarío)
Estoy remontándome a las reminiscencias del colegio. Desde el primer hasta el tercer grado en el que mis maestras me mandaban a escribir los números del uno al tal. Ahora los escribiré del uno al noventa y tres, pero los entrecruzaré con palabras para hacer del infinito cosmos de la escritura un lugar donde palabras y números sean una misma cosa.
En la escritura hay imposiciones de verticalidad, horizontalidad, ni juegos perpendiculares o laberínticos, así que como lectora y en este caso, aprendiz del oficio de las palabras, decidí colocar las ideas en forma horizontal como se sueña la progresión del tiempo. Sin la libertad no existiría la escritura. Creo en la locura, esta es un calvario y viceversa, se podría decir que es un hecho tautológico: calvario es un calvario es un calvario. De igual forma llega la locura hasta en el infinito en el que sus laberintos no tienen salidas, llega hasta el infinito o hasta el noventa y tres que es la condición finita de los escalones, y ¿es un calvario pensar ideas para mejorar la calidad de vida en Caracas? Asciendo por las escaleras del Calvario. Recuerdo las matemáticas de mi niñez. Escribir es una de las tantas formas de contar. Cuento noventa y tres escalones. Quiero vivir unos noventa y tres años.
Lista horizontal de las alucinaciones e iluminaciones filantrópicas para salvar a Caracas
1 Si quieres adrenalina sin riesgos, visita las obras de Jesús Soto. Atrévete a navegar en sus penetrables. 2 Si anhelas defenderte de un mundo violento, ármate de palabras. 3 Educar es una de las más hermosas formas de humanizar. 4 Si sueñas con salvar más árboles, no dejes morir más hojas de papel. 5 Las mujeres edificaron tu mundo, trátalas con amor. 6 Salva otra vida y sálvate a ti misma, dile no al aborto. 7 Sé una madre, una amiga, háblales a tus hijos sobre el sexo. 8 Usa tu imaginación, traza tu realidad. 9 Deja de vivir en una era medieval, orienta a tus hijos sobre las drogas. 10 En estos tiempos de crisis económica mundial, recicla. 11 Juega con los colores del semáforo, no dejes que ellos jueguen contigo. 12 Muéstrales a los niños cómo leer un libro, ellos te mostrarán cómo leer la vida. 13 Siente el vértigo de la vida, no consumas drogas. 14 Alucina con poemas, no con sustancias tóxicas. 15 Enséñales a tus hijos a escribir su historia, no dejes que otro lo haga. 16 En algunos años tú tendrás su edad, ayúdales a cruzar la calle. 17 Conocer el tabú irradia tu poder. 18 Si no te quieres evaporar, cuida el agua. 19 Enseñar a amar a las palabras es enseñar cómo empezar a interrogarse sobre el mundo. 20 Analiza prioridades, no dejes que éstas te ahoguen. 21 Lee la Constitución y las leyes, prueba tus derechos, cumple tus deberes. 22 Conoce los imaginarios de tu historia, no le temas a la lucidez. 23 Vive al ritmo del constante proceso de transculturización, armonízate. 24 Cree en los hombres sin sentir alguna distinción, piensa que así quieres que ellos crean en ti. 25 Regálale un aire a tu vida, come sano. 26 Mejora tu esperanza de vida, camina y trota a diario. 27 Dedícate a contemplar, cédele el puesto a los ancianos que quieren pasear. 28 Si no quieres volverte humo, deja de fumar. 29 Vive tu realidad y deja a los niños soñar. 30 No esperes a que la muerte te visite, visita primero a tu médico. 31 Visita de vez en cuando la peluquería, sube tu autoestima. 31 Leer es tener palabras para defenderte de un modo sabio. 32 Donar la ropa y zapatos que ya no usaremos más nos abriga el alma. 33 Si no quieres hacer tu último viaje en un carro fúnebre evita conducir luego de tomar. 34 Al Recoger la basura tirada en la calle te ejercitas… ¡Para qué ir al gimnasio¡ 35 Usar las hojas de papel ya gastadas para hacer tarjetas de regalo alimenta tu creatividad, alegra al cumpleañero y ayuda a los árboles. 36 Cerrar los grifos del lavamanos, la ducha y la batea no te producirá una hernia. 37 ¿Compradera de pañales? ¿Llantos nocturnos? ¿Trasnochos? Joven, adolescente, usa condón si aún no es tu momento. 38 ¿Un dinerito extra? Vender latas, envases de vidrio o plástico te permite contribuir con el ambiente y ganarte unos centavos de más. 39 Embriágate de amor y deja de tomar 40 Caminar a diario mejora tu salud y puedes levantarte un novio o una novia ¡Evita la obesidad! 41 Vive al trote de tu ciudad... El Ávila quiere sentir tus huellas. 42 Aunque nunca llegues a la NBA, apunta y encesta tu basura. 43 La gente dice “respeta pa que te respeten” quizás no sea del todo cierto pero hazlo, te sentirás mejor. 44 No rayes las paredes, al menos que realices una obra que supere El grito de Edvard Munch 45 ¿Conoces a alguien que no sepa leer? Muéstrale el mundo con palabras, desvíalo de ese túnel en el que sólo se sueñan las letras. 46 No temas sentir el dolor de la lucidez, piensa, reflexiona. 47 No al aborto, sí a la vida, si no quieres cuidar a tu hijo dalo en adopción. 46 Maestros, profesores, docentes: generar el debate y la reflexión sobre la vida y el mundo es uno de los mejores modelos de enseñanza. 48 Estudiar es una forma inteligente de evolucionar. 49 Conocer la historia e indagarla es una forma de trazarnos imaginarios y de conocernos un poco más a nosotros mismos. 50 La realidad influye siempre en tu vida, no la evadas, piénsala. 51 Da la talla, usa el cinturón de seguridad. 52 Tenemos el récord guiness por ser el país más feliz del mundo, sigámoslo siendo. 53 Invítale un café al que menos le hables en la oficina, tal vez descubras que es una persona simpatiquísima. 54 No es necesario venir del Banco Federal para decir buenos días cuando lleguemos a determinado lugar. 55. Decir groserías causa caries en tu lenguaje. 56 Los cestos de basura no son piezas decorativas. Úsalos. 57 Invierte capital monetario en capital humano, ayuda al país a progresar de un modo inteligente. 58 Date un permiso para respirar, visita el Ávila. 59 No le niegues la educación a tus hijos, es un regalo que le haces a su mente y a su corazón, te lo agradecerán, te lo agradecerás. 60 Cumple con un sacramento, da de comer a un hambriento. 61 Date de vez en cuando un paseo por un ancianato, es un acto filantrópico que te puede hacer pasar un buen rato. 62 Tu pareja es inocente cuando cometes actos de infidelidad, usa condón para no contagiarle alguna enfermedad. 63 Llévale flores a tu mamá, tú fuiste el fruto de su bondad. 64. Una ciudad limpia humaniza el sentimiento. 65 Enséñales a tus hijos a desconfiar, no les hagas la tarea tan fácil a los demás 65 Ver películas de Cantinflas y Charlie Chaplin te harán feliz. 66 Ir a ejercer el derecho al voto te permite broncearte y conocer gente nueva, nunca está de más socializar un poco. 67 Dibuja un mapa mental de tus tareas a realizar, hay mucho tiempo que puedes ahorrar. 68 Busca siempre ser el mejor, puede que pierdas pero te seguirás sintiendo un triunfador. 69 Una buena gerencia demuestra inteligencia. 70 La sabiduría del hombre está en utilizar la justicia. 71 La humanidad requiere de honestidad. 72 Asume tu papel de mujer en la sociedad, no te dejes maltratar. 73 Una ciudad es grande si sus gobernantes la hacen crecer. 74 Trata a las personas con amabilidad, eso fortalece tu dignidad. 75 Estás embarazada? Evita fumar y tomar, hay una vida bajo tu responsabilidad. 76 .¿Te quejas de que no te alcanza el dinero? Elabora un presupuesto. 77 Enséñales a tus hijos a que aprendan a respetar, es el primer paso para que puedan modelar por la pasarela de la vida. 78. Dale de comer a un perro o gato, ellos no merecen más maltratos. 79 Respeta la vida de los demás. 80 Pide disculpas cuando tropieces a alguien en la calle, eres un ciudadano, no un judoka. 81 Por preguntarle a alguien cómo se siente, no te dirán chismoso. 82 Estrechar las manos de alguien es un signo de amistad. Abrazar a alguien de fraternidad. 83 Duerme tus ocho horas. Andar de sonámbulo te dará ojeras. 84 Suspira, vive, sonríe. Los músculos de tu rostro necesitan hacer sus ejercicios. 85 Si un libro te hace feliz, comparte tus lecturas. 86 Comparte con tu vecino cascarrabias el postre que te enseñó a preparar la abuela, quizá, además de un dulce, le regales una tarde hermosa. 87 Ir al odontólogo cada cierto tiempo no es un simple slogan publicitario. 88 La música alta a altas horas de la noche, hará que otras personas estén hartas. 89 Tus ideas sanas son el corazón de la vida. 90 Mírate al espejo todos los días antes de salir y dite estas palabras: hoy no iré a dormir sin haber hecho que otra persona aprendiera algo nuevo hoy. 91. Lleva a tus hijos a visitar los parques, permíteles que a veces sientan que la vida es un recreo. 92 Asiste a obras de teatros, escápate de la realidad un rato. 93.¿Fastidiado de subir El Ávila? ¿Ejercicios alternativos? Subir las escaleras del Calvario tonificará tus piernas.
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Etiquetas: Maryfel Alvarado
Vejez
Ya para los últimos años de mi vida, seguía siendo un miserable adicto con el corazón roto. Era el viejo extraño sentado en una esquina observando y escribiendo. Tal vez para algunos desperdicié mi vida, yo creo que no pude haber tenido una mejor. Llevaba mucho tiempo estudiando a las personas de aquí y nunca había visto a la gente tan atareada y ansiosa como las vi en los últimos meses. Preocupado por lo que pasaba decidí salir de mi mundo subterráneo y ver a las personas en la calle, quería saber si era un comportamiento colectivo en todos los lugares o simplemente un comportamiento extraño en el metro. Me asomé a la calle y observe el movimiento de la ciudad por un largo tiempo y no noté ningún cambio relevante en la ciudad. En ese momento pensé que ese día podría hacer algo diferente. Iba a sentarme, observar e imaginar pero desde otro transporte. Ya era hora de un cambio.
Ya estaba haciendo una locura, así que elegí el transporte más extravagante. En la esquina de la calle había 5 hombres, cada uno con sus respectivas motos, y cada moto tenía pegado atrás un cartel que decía “Moto Taxi”, nunca había visto u oído hablar de ese nuevo transporte pero luego pensé que la verdad yo no sabía nada de Caracas. Me acerqué y le pregunté a Carlos si estaba libre, me respondió que sí y me entregó un casco.
Me monté detrás de él y me preguntó que a dónde me dirigía. Le respondí que a ningún lado, que sólo quería pasear y observar a Caracas desde otro punto de vista, me volteó los ojos y dijo está bien. Arrancamos y no podía creer lo que veía, millones de personas en sus carros, en un tráfico impresionante, nosotros pasábamos entre los carros y yo podía ver las caras de todos, esa tristeza, ese amotinamiento de estar encerrados. La gente en el metro no está tan deprimida. También vi toneladas de basura en el suelo, la gente en el metro no es tan sucia. Lo que veía era un mundo muy diferente al subterráneo, era bonito pero estaba cubierto de apatía y odio. La gente gritaba de un carro a otro, tocando la corneta con desesperación. En ese momento sentí lástima por Carlos, todos los días tenía que trabajar bajo estas circunstancias, tragando el humo de los carros, soportando el sonido de las cornetas, las malas energías que transmiten las personas, ese odio que se siente en el ambiente. Le pedí que me regresara justo donde lo había encontrado, me bajé y le di su dinero, le di las gracias y me alejé sintiendo mucha pena por él. Después de ver la realidad de la ciudad, volví a mi mundo subterráneo. Tenía muchas dudas sobre la gente, pensé que conocía a las personas, tal vez no todos son como los acabo de ver, la gente en mi vagón son diferentes, piensan en otras cosas además de lo cotidiano, ellos tienen vidas interesantes y no transmiten odio. Bajé corriendo las escaleras y me monté en el primer vagón.
Había sido un día muy extraño, me arrepentía por haber hecho una locura, y estaba muy decepcionado de Caracas. Estaba seguro de que la gente en mi metro era diferente, así que descifré una forma de probarlo y la encontré, por primera vez iba a hablar con ellos, iba a preguntarles qué estaban pensando, iba a saber si eran tan diferentes a Caracas como yo pensaba. Me levanté y les hice a todos la misma pregunta:
¿En qué estás pensando?
En nada.
En llegar a mí casa.
En la comida
Música
En todas las cosas que tengo que hacer
Nada
¿Perdón?
Nada
(Volteó la cabeza a otro lado)
Ya va
En deudas
Nada
En la hora
¿Que?
Nada
En comer
Nada
Necesito dinero
No
Vete
Muchas cosas
Voy tarde
No juego
¿Por qué?
Estaba sorprendido, indignado, no había ninguna diferencia entre ellos y las personas que hace un rato había visto allá arriba. Eran personas burdas, monótonas, muy diferentes a lo que yo pensaba. Pocas personas me sonrieron, otras pocas me respondieron, todos andaban muy pendientes de su día, de ellos mismos, no tenían tiempo para responderle una simple pregunta a un viejo curioso. Yo, que pensé que no había malgastado mi vida en ellos, me sentía traicionado.
Creo que nunca había querido ver la realidad de esta ciudad, la gente siempre está en una constante lucha contra el tiempo, nadie se para a observar a su alrededor, viven de la misma rutina, están envejeciendo y no pueden notarlo, pierden la vida en el tráfico, en el trabajo, esperando cosas que no van a llegar. Antes, no existía esa desconfianza entre las personas, ahora, la gente anda paranoica todo el día pensando que son el blanco de algún secuestro o robo, todas las mañanas en este metro se montan millones de personas que van a un sitio para en la noche devolverse a su casa. Yo tenía historias interesantes para cada uno de ellos, vidas diferentes, me di cuenta de cuan paralelas eran las vidas que me imaginaba y del bien que hice al alejarme de toda la sociedad. Tal vez no sea nadie y que simplemente sea una sombra para algunos pero soy alguien en mi cabeza, es tan diferente todo allí que hasta las personas son alegres, interesantes y divertidas.
Me quedo con mi mundo.
Después de tanto pensar en los problemas de la gente, en su apatía, en su desinterés por todo, traté de pensar en una solución. Las personas no son malas, es culpa del ambiente en el que viven, en los problemas del país y del mundo. Si yo fuera el presidente haría muchas cosas por cambiar el país para que la gente de verdad se parezca más a como yo las imagino. Creo que lo primero que haría sería complacerme un poco, arreglaría el metro, lo haría más grande, pondría más vagones. Trataría de eliminar la violencia y delincuencia en las calles, eso cambiaría mucho a las personas. La gente estaría más segura de poder salir a la calle y caminar. Haría campañas ecológicas para que el mundo no se derrita como mi cara. Inventaría nuevas rutas para que la gente no tenga que vivir en tráfico. Si todo esto cambiara, definitivamente la gente sería diferente, Caracas sería la mejor ciudad de mundo.
Estaba sentado en el primer vagón del metro, feliz, había encontrado la solución para la locura, sólo había que hacerla llegar. Ya no pienso tan mal de la gente, no es culpa de nadie, Caracas cayó en un hueco donde no hay luz, por eso todos andan desesperados, asustados. Yo sé donde está ese interruptor, ahora lo sé, y también sé que los puedo salvar.
En el único momento de optimismo que había tenido en mi vida sentí el dolor más fuerte que nunca más sentiré. Una bala atravesó el pecho, apenas y tuve el tiempo suficiente de reconocer a Raúl.
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Etiquetas: Andrea Gómez
martes, 26 de mayo de 2009
Una historia cortísima de amor
1. están mas atravesados que el día miércoles.
2. ya me voy a bajar.
3. ay no que fastidio
4. pasión es vida
5. hongos, se me olvido.
6. zapato con chuleta.
7. queso crema.
8. no se me ocurre nada.
9. eres demasiado aburrido.
10. No tengo ni idea, mi amor.
11. Esto siempre esta full.
12. Que ladilla.
13. Una palabra puede ser cola.
14. Esperamos mucho.
15. Un perro es buen amigo.
16. Mas vale pájaro en mano
17. La ruta es segura.
18. No sé.
19. El sol es el principal del universo.
20. Tengo hambre.
21. La caña es sabrosa.
22. Quincena día de fiesta.
23. Tengo ganas de puyar.
24. Yo no dije nada.
25. No me bebí dos vasos.
26. La evolución.
27. Querer es poder.
28. Ni idea, guevon.
29. Amor urbano.-
30. Ni la más remota idea.
31. No se me ocurre nada bonito.
32. Liberación animal.
33. ¿no esta haciendo calor?
34. ¿Qué será?
35. Todo esta full.
36. Colabora con la limpieza.
37. El chocolate es muy rico.
38. Gracias por la pregunta.
39. Rojo es una palabra.
40. Árbol que nace torcido ni que lo fajen chiquito.
41. Viernes de aroma, a hartarse de caña y meter la paloma.
Esperamos mucho…esto siempre esta full. Ay no que fastidio, están más atravesados que el día miércoles, ya me voy a bajar. Todo esta full, ¿Qué será?
- No tengo ni idea. Mi amor.
La caña es sabrosa y la quincena día de fiesta. Tengo hambre, el chocolate es muy rico..
- El sol es el principal del universo.
- Eres demasiado aburrido.
- Querer es poder.
- Que ladilla.
La evolución del amor urbano y tengo ganas de puyar, pero no se me ocurre nada. ..
- ¿no esta haciendo calor?
- Ni idea, guevon.
- Mas vale, pájaro en mano…
- No sè.
- No se me ocurre nada bonito.
- Una palabra puede ser cola.
- El perro es un buen amigo.
- Ya me voy a bajar. Gracias por la pregunta.
Viernes de aroma, a hartarse de caña y meter la paloma... y no me bebí ni dos vasos
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Etiquetas: Noelia Depaoli
El mito de Sísifo
Un recogedor de basura se despierta a las 1:00 am a recoger la basura de la burguesía que duerme en ese momento; otro más se levanta de su cama en Catia se viste y va a recoger basura a Petare en horas de la tarde. El recogedor se baja del camión agarra todos los desechos y poco a poco los tira en el camión; como Sísifo carga la piedra hasta la cima de la montaña pero siempre esta piedra vuelve a caer y Sísifo baja la montaña para realizar todo de nuevo, aunque en esta historia siempre la piedra y la montaña son más grandes.
“No te afanes, alma mía por una vida inmortal, sino que apura el recurso hacedero” (Píndaro) piensa el recogedor y vuelve a subir una piedra más grande por la cuesta que crece. El recogedor sin previo aviso se fue dando cuenta de lo absurdo y fútil de su existencia, pero uno de esos días que bajaba la cuesta la bajó sonriendo, se dio cuenta que por lo menos luchaba por algo.
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Etiquetas: Ricardo Bejarano
lunes, 25 de mayo de 2009
El nieto del hospital
En la sala de espera de la sección de fisioterapia sólo había dos viejitas que se quejaban porque no había vasos en el bebedero. Una leía la biblia y la otra se miraba las manos, veía de un lado a otro y miraba la televisión.
De vez en cuando salía un médico de una u otra puerta hablando con un marcado acento cubano. Cada vez que pasaba uno se me quedaba viendo de manera extraña, como preguntándose qué hacía ahí. Desde donde estaba sentado se veía la autopista y una vista muy buena de los edificios del norte de Caracas. En la sala había un cuadro de Chávez sonriendo, uno de Bolívar y otro de Chávez con Fidel.
Esta parte del hospital estaba dividida en diez puertas. Cada una implicaba un tipo de terapia distinta y supongo que detrás de alguna de ellas estaría Pablo; así que mi estadía en Fisioterapia supuso estar pendiente de cada puerta de la sala. En las puertas decía Masaje Infrarrojo, Podología, Terapia Ocupacional, Gimnasio, Diatermia, Logopedia y Foniatría, Fisiatría, Electroterapia I, Electroterapia II e Hidroterapia.
Se abrió Masaje Infrarrojo y yo miré la puerta fijamente. Salió un paciente; salió un doctor. No era Pablo. Y así me fijé con todas las puertas que se abrieron en esas dos horas.
Había decidido traerme Los detectives salvajes de Roberto Bolaños para ver si con eso podía llamar su atención. En un principio pensé en llevarme a Neruda, porque era comunista y chileno, pero después recordé que el Doctor Pablo había nacido en México, así que pensé en traer algo de un mexicano. Pensé en Paz, por ser un clásico; pensé en Villoro por contemporáneo, pero ninguno me terminaba de cuadrar; también pensé en traer La casa de los espíritus, pero me pareció que iba a ser muy obvio que un chamo que no tiene pinta de necesitar fisioterapia con La casa de los espíritus en plena sala de espera sólo quería llamar la atención de Pablo.
A veces cuando se abría una puerta y el médico no salía yo pasaba al lado de ella, como quien va para la puerta de al lado, y cuando estaba justo frente a la puerta abierta le miraba la cara al doctor y ponía mi ejemplar de Los detectives salvajes de manera que pudiera ser visto desde el consultorio. La cosa es que nunca vi a Pablo dentro de ningún consultorio; sin embargo, no se abrieron todas las puertas.
Al mediodía se me acercó una doctora y me dijo con acento cubano “¿Joven, qué hace aquí?, ¿qué quiere?”. Yo no sabía qué decir, obviamente no había preparado nada si esto sucedía. Pensé en decirle que esperaba a un familiar que estaba en consulta, también que yo era quién estaba esperando entrar. Entonces, cuando me dispuse a abrir la boca para decir cualquier cosa, apareció un doctor detrás de ella y le dijo, con un acento entre mexicano y chileno con un leve matiz cubano, “Juana, te buscan en emergencia”. Era él. Se veía como lo había visto en televisión junto a la hija de Chávez. Pablo Sepúlveda Allende estuvo frente a mí. Yo no sabía si decir algo o si sólo quedarme admirando al miembro de la aristocracia latinoamericana y probable padre del próximo presidente de Venezuela.
“Me salvaste, eres un salvador”, pensé. Antes de que se diera la vuelta y siguiera a Juana, vi que me vio; vio mi ejemplar de Los detectives salvajes, levantó el dedo pulgar de su mano derecha, me sonrió y se fue. Nunca pude saber en qué puerta de Fisioterapia trabajaba. Después de eso, salí huyendo del CDI Salvador Allende antes de que alguna Juana volviera a preguntarme qué hacía en la sala de espera de Fisioterapia de aquel hospital.
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Etiquetas: Moisés Lárez
A punta de escopeta
Desperté sobresaltada, el reloj marcaba que era pasada la una de la mañana y un ruido desacostumbrado y repetitivo me había sacado de mi profundo sueño. Me tomó un par de minutos darme cuenta que aquel ruido provenía de mis mascotas: cinco perros, todos de razas diferentes, que ladraban con ferocidad. Me limité a abrir la ventana y gritarles con voz autoritaria que hicieran silencio. Lo único que logré fue que ladraran con más fuerza. Lo que sucedía afuera, según supe después, era otra historia. Los perros habían percibido varios cuerpos que, inmóviles, esperaban en la oscuridad. Cuerpos expectantes que sudaban adrenalina. Eso olían los perros, llevándolos a ladrar con toda la potencia de la que eran capaces, desesperados por hacernos saber que había dos hombres dentro de nuestra pick-up y tres más escondidos entre los árboles que bordeaban la calle, armados con escopetas. Nunca me perdonaré no haberlos tomado en serio. La verdad es que los ignoré y en pocos minutos dormía profundamente.
Algo me despertó: sonaba el teléfono. La voz entrecortada de mi vecino me relató algo tan inverosímil que incluso me pregunté si no estaría soñando. Más que un sueño, era una pesadilla. Mi vecino y amigo, Alfonso, es una persona normalmente fría y de temperamento calmado, que ahora me pedía, al borde del llanto, que lo ayudara porque algo terrible había sucedido. Me vestí rápidamente y salí a la calle. Ahora, frente a frente con Alfonso, su historia tomó forma y se hizo real: habían secuestrado a su hijo. Recordé en una fracción de segundo todos los años que tenía conociendo a aquel chamo, ahora un adolescente de dieciséis años. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el celular de Alfonso que sonaba. Atendió.
-¿Aló? -Tiene una hora para conseguir quinientos millones o matamos a su hijo. Lo seguiremos llamando.
Soy psicóloga, pero no hace falta tener un diploma para entender la profunda desesperación que embargaba a mi amigo. Lo tranquilicé. A estas alturas la urbanización entera estaba despierta. Comenzó un operativo tenso, veloz, y plagado de terror, para reunir la mayor cantidad posible de dinero. El celular volvió a sonar. Alfonso estaba fuera de sí. Me valí de mis conocimientos y lo guié a través de la segunda conversación con los secuestradores. Buscábamos apaciguarlos.
-¿Sí? -Quedan cuarenta minutos. Quinientos millones. -Lo que quieran con tal de que no lo lastimen. -Eso depende únicamente de que nos pague. -Lo haré.
Trancaron. La tensión crecía, pasaba el tiempo y no estábamos ni cerca de reunir la suma acordada. Los secuestradores siguieron llamando, cada diez minutos, para recordarnos que el tiempo se acaba.
-Tic Tac. Quedan veinte minutos. La vida de su hijo depende de usted
Se acabó el tiempo. De alguna manera el dinero recogido sumaba cien millones. Temblábamos de pánico en espera de la próxima llamada. El silencio tenso en que nos habíamos sumido fue roto por un sonido que ya se nos hacía familiar.
-¿Tiene el dinero? -Tengo cien millones -Eso no es suficiente -Es todo lo que pude conseguir, es mucha plata –dijo Alfonso, repitiendo las palabras que yo le susurraba. -Está bien. Móntese en el carro. Mantenga el celular prendido y lo iremos guiando. Venga solo, si llama a la policía o intenta alguna trampa, le pego un tiro a su hijo.
Alfonso obedeció sin pensarlo dos veces, prendió el carro y salió de la urbanización. Me contaría luego que aquellos hombres lo guiaron a través de toda la zona, haciéndolo cruzar una y mil veces, atravesando callejones solitarios, hasta hacerlo perder el sentido de orientación. Finalmente, le indicaron que se parara en la próxima esquina, que se bajara del carro y que colocara el dinero en el piso. De la oscuridad salió una figura que tomó el paquete, y corriendo desde el final de la calle, su hijo. Pasé los siguientes días desconectada de la realidad, temerosa, frágil. La tranquilidad que me permitía dormir cada noche había sido secuestrada, entre ladridos, a punta de escopeta.
Propuestas:
Para apostar por la vida en Caracas necesitamos de un plan que se dirija a todos los aspectos de la inseguridad. En especial, es importante aumentar el número de efectivos policiales que patrullan la ciudad, a fin de que los caraqueños estén protegidos más eficazmente.
Además, es importante atacar todas las variantes socio-económicas relacionadas con esta problemática. Entre ellas se encuentran el desempleo, la falta de educación, la drogadicción y la pobreza. Todos estos factores son causa directa de los delitos que crean una atmósfera de inseguridad.
También influye un aspecto socio-cultural, que se refiere a la extrema violencia que ha caracterizado, en fecha reciente, a nuestra sociedad. El poder que obtiene el más violento y el más fuerte, y condiciona las interacciones sociales, sobre todo en los estratos bajos de la población. Por ello, es importante inculcar a la población una cultura de la paz y de la civilidad.
En fin, la inseguridad es una problemática de muy diversas aristas, por lo que necesita de un plan integral que atienda cada una de ellas.
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Etiquetas: Jessica Márquez Gaspar
viernes, 22 de mayo de 2009
Los santos y sus vestiduras
Una dolorosa tarde de abril presenció su casamiento. A metros, el hombre cuyos pasos ha seguido celosa y secretamente fue sometido a la pregunta: "¿Acepta usted renunciar a María Alcira Astorga irremediablemente por todos los tiempos venideros y consecutivos?" Sí, sí, sí oyeron con ecos infinitos sus oídos. La pareja se besó. La celebración se dio. Mas desgarramiento, turbación y finalmente inconsciencia fueron los estados anímicos y opresores de la joven.
De modo que Alcita, como era llamada por sus hermanas, despertó la mañana siguiente con el corazón debajo de la cama. Enviudada de amor, decidió renunciar para siempre a la posibilidad de darse a otro.
La etapa subsiguiente no fue ligera en modo alguno. A pesar de sus intentonas, fueron muchas las veces que debió hacer visita con su familia a su sujeto, al mismísimo Sebastián Rodríguez del Toro, y a su señora esposa Brígida del Toro. Para atenuar las penas generadas por estos encuentros, Alcira ocupaba como podía sus días, su mente y su cuerpo. Se dedicaba al arte de coser, al cuidado de las flores y a la producción culinaria. Sin embargo, tan sólo el cultivo del alma; la lectura, la música y especialmente el rezo, constituyó un alivio real.
De todos los actores de su mundo; sus personajes, sus composiciones y sus santos, su predilección recaía en la Virgen de la Coromoto. Generosa, noble y comprensiva, ella conservaba sus secretos y acariciaba con cariño su ser y sus convicciones. Las otras voces, las de los héroes griegos, de las eminencias francesas y de los violines ingleses, todos ellos parecían reconocer su rango frente a la supremacía de la inmaculada.
Fue durante un paseo en las cercanías del río de Anauco, cercano a la casa de su imposible amor, donde Alcita alcanzó una comprensión superior. Quizás fue el flujo incesante de agua, quizás las aves que sobre su cabeza volaban, quizás la fuerza que sobre sí brindaba el cielo. De cualquier modo, captaría con nitidez: la luz solar coloreaba las calles, el viento barría las hojas, las sales condimentaban las carnes, las letras dan forma a las ideas, la tierra materializa las plantas, pero nadie, ¡nadie, nada!, vestía y cuidaba a los santos de este mundo.
Atravesada por la idea de la existencia de esta injusticia milenaria, Alcita dedicó su talento y su ímpetu a la causa de embellecer a sus figurillas de santos, especialmente a su Virgen de Coromoto. Tal fue la salida a sus dolencias. El amor por Del Toro recayó sobre aquellas piezas. El placer carnal y el trascendente se abrazaron con fuerza en el hábito de Alcira, quien se dedicó a ejecutar silenciosa y privadamente su oficio.
Así vivió Alcita los días y las noches de sus años, puntada a puntada y velo a velo. Venturosa, entendió y experimentó que la soledad no es más que el sol generoso durante los años de la edad, si quienes acompañan los caminos son los santos debidamente vestidos.
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Etiquetas: Gabriela Valdivieso
Cuando llegue Julio
Cuando llegue Julio ustedes van a ver.
Cuando mi abuela escuchaba la palabra Julio no la relacionaba ni en lo más mínimo con el mes en que ella nació. Ni pensaba en el nacimiento de Bolívar, ni en la firma del acta de independencia de su país, ni en que un Julio que ella no esperaba, llegaría.
Aún así, Julio, el que ella sí esperaba, no sólo llegaba, sino que también se iba.
Mi abuela hoy tiene sesenta y cinco años, y tal vez mañana tenga setenta. La subjetividad que el tiempo en esta historia derrocha permite que no mencione fechas, años, y mucho menos, meses. Era una trujillana relativamente analfabeta que vino a Caracas a buscar una mejor vida (cuando llegue julio todo va a cambiar, mamá, en julio nos vamos pa’ ya’ para Caracas) y, si bien no sé si la encontró, puedo asegurarles que encontró una casa en Carapita y encontró también a El Ejecutivo.
Posiblemente ustedes se pregunten ¿Qué ejecutivo? ¿Raúl Leoni, el presidente de aquella época? Pues no, se trata simplemente de uno de los mejores restaurantes de Caracas que había para aquel entonces. El Ejecutivo, restaurant que, antes de ser cerrado, quedaba en plena Avenida Intercomunal de Antimano. Allí trabajaba mi abuela, y cantaba mi abuelo.
Mi abuelo era un caballero que cantaba canciones de amor, y esto le era suficiente para conseguir que todas las mujeres se rindieran a sus pies. Mi abuela no fue la excepción. Unos cuantos pedidos, y unas cuantas canciones bastaron para enamorar a mi abuela.
- Julio me ama, nos vamos a casar y viajaremos por todo el mundo –decía mi abuela.
- ¿Tú estás loca, mujer? ¿Tú crees que un cantante famoso como él va a estar enamorado de una campurusa como tú que no sabes ni escribir?
- Pues sí es verdad… no puedes firmar ni el acta de matrimonio Jajaja
- ¡Sigan! ¡Sigan así sin fundamento! ¡Cuando llegue Julio ustedes van a ver! –repetía mi abuela, una y otra vez.
Julio Jaramillo, el cantante famoso (que en paz descanse bajo el manto del señor, diría mi abuela), comía y cantaba en el restaurant El Ejecutivo, lugar en donde enamoró a una mesonera del lugar, mi abuela. Mujer que no pudo resistir ver un cantante famoso, escuchar sus canciones de amor, y estar con un hombre nueve años mayor que ella.
Cuando llegue Julio ustedes van a ver.
Julio no llegó. Mi mamá le dio el pedido a Julio Jaramillo y no le cobró la cuenta. Al obtener lo único que de mi abuela podía obtener, y sin ánimos de diseminar su apellido por América, Julio compró el restaurant y lo hizo desaparecer, así como él lo hizo.
El Julio que mi abuela esperaba nunca llegó, sin embargo, nueve meses después, algo nuevo llegó a su vida.
- ¿Cómo se va a llamar? –le preguntó una mujer con un niño en brazos
- Julio –dijo mi abuela delirando- …Cuando llegue Julio.
Y aquella mujer no supo que mi abuela sólo esperaba que Julio Jaramillo le pusiera el nombre a su hijo. Mi abuelo no lo hizo, tal vez por eso mi papá se llama Julio Bravo.
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Etiquetas: José Leonardo Riera Bravo
jueves, 14 de mayo de 2009
Por amor
-Enrique agregó: Dejen que las personas disfruten de este pedazo del cielo en tierra que Dios le ha regalado a Venezuela, déjennos contemplar desde aquí al imponente Ávila que nos rodea a diario. Por amor a sus hijos, no les contaminen el aire, déjenlos reír y olvidar las penas en éste maravilloso parque. A quien no le duela la futura generación y que no le importe que los demás se ahoguen, que empiece a cavar en esta tierra.
-Hola Marcel, disculpa si te interrumpo - Dijo Alexandra muy suavemente mientras Marcel dejaba de escribir y giraba su rostro para confirmar que era la voz que el creía que era-.
-¿Tú aquí?, pensé que ya estarías fuera del país en este momento… ¿Cómo supiste que estaba aquí?
-Simplemente me di cuenta de que sabía en que parte estabas. Con respecto a la otra pregunta… He cambiado de idea, creo que por amor. He decidido quedarme y estar aquí para ti, quizás sea una locura pero no hay nada peor que el no haberse arriesgado y luego preguntarse si de verdad valía la pena hacerlo, así que prefiero equivocarme y aprender de mis errores antes que tener que cargar con la duda por siempre.
-Cuando llegué aquí a valle arriba, tenía la esperanza de que vinieras pero la misma se iba desvaneciendo con cada segundo transcurrido. Y ahora…
-Y ahora estoy aquí. Frente a ti. Intenté controlarme pero mis latidos cardíacos se hicieron más intensos y me dejé llevar por mis impulsos, me dejé llevar por mis sentimientos. La verdad es que quiero flotar junto a ti, estar feliz hasta el delirio y bailar como posesa contigo. Quiero que seas mi guardián. Quiero amarte más con cada palpitar y con cada respiro. Quiero…
-Silencio -Dijo Marcel- . Cierra tus ojos y camina hacia donde estoy yo. Deja que tu corazón te guíe. –ella hizo todo lo le decía. Cuando estaban frente a frente él se colocó detrás de ella y la abrazó por los hombros-. No mires.- Acercó su mejilla junto a la de ella. Tomó el pétalo de una rosa roja que se encontraba allí y metió la mano en su bolsillo-. Abre tus ojos.- Alexandra los abrió y observó que sobre la mano de Marcel había un pétalo y sobre el pétalo un anillo de diamantes, a eso se sumaba la vista de Caracas y el imponente Ávila-. ¿Lo aceptas? (dijo Marcel). Lo acepto -Dijo sonriendo-.
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Etiquetas: Jesús Morles
Los pecados del asfalto
Guillermo Geraldo Rodríguez
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El Jardín Botánico
Pero como siempre existe el grupo que está en desacuerdo, y uno de ellos era el Cardonal que con su voz grave se dirigió al público- ¡Imposible! Me niego a llevar a cabo este proyecto, ¿quién de verdad está dispuesto a dejar la comodidad y el hábitat natural de nuestros hogares? para que los llamados humanos nos examinen, como si estuviéramos enfermos o fuéramos especies extrañas.
-¡Es verdad! Además el jardín ayudara a incentivar la conservación del ambiente, todo esto es por una buena causa amigos– mencionó el gran árbol de Caoba.
-¡Qué ocurrencia la tuya! Qué barbaridad que piensen semejantes tonterías, me opongo a marcharme de mi lugar y dejarme caer en manos de unos ingratos- refutó el Urape Blanco.
-¿De verdad creen que ellos nos van a apreciar? No lo pienso – comentó el Samán-
-Ay dejen la testarudez de una vez por todas, no entienden que con esto va hacer posible que conozcan el mundo vegetal, ¡Nuestro mundo! – aportó la Palmera, ya cansada de la misma discusión.
Para su fortuna un humano que espiaba detrás de una roca alcanzó escuchar todo el plan, y decide ayudarlas en su causa tan noble y simplemente grandiosa. Él les aseguró que nada tenían que temer, que las cuidaría y las respetaría, a lo que las plantas accedieron, ya que en él se podía leer la sinceridad en su mirada.
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Etiquetas: Samar Yasmin Hokche Y.
Atravesando la Araña
Cuando se llega a Caracas
Capital de Venezuela
Lo primero que te encuentras
Es un sinfín de rarezas.
Ranchitos en las montañas
Decoran a la ciudad
Mientras que el distribuidor La Araña
Te da paso a la capital.
Ocho son sus salidas
Y uno puede escoger
Si a Montalbán o La Guaira
Deseas ir a caer.
Con ochocientos metros de largo
Y hecho de puro concreto
El Distribuidor La Araña
Es orgullo de los caraqueños.
Se inició con Pérez Jiménez
Y siguió con Betancourt
Pero fue con Raúl Leoni
En que “el pulpo” vio la luz.
Si estás de paso en Caracas
Y tiene ganas de rumbear
Atravesando la araña
A las Mercedes llegarás.
Con genial arquitectura
Se define esta creación
En la que todos los ciudadanos
Van de rincón en rincón.
Viajeros de todo el mundo
Conozcan esta ciudad
Que del Ciempiés a La Araña
A algún lado llegarán.
Jeliana M. Rodríguez R.
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miércoles, 13 de mayo de 2009
Parque del Este
…una vida de lástima y de fracasos…
y es que acaso soy un testigo de tu miseria y destrucción,
uno de aquellos que ven pero que no dicen nada ante la situación.
Pero, es que acaso soy yo el culpable de tu posición,
De tus desordenes o malas acciones….
Me gustaría de veras poder ayudar,
Pero me siento tan pequeño en un mundo tan grande
Que ni mi voz se llegaría a escuchar.
¿Qué pasaría si todo estuviera realmente predeterminado…
O qué si la vida realmente se nos ha acabado?
Todo esto nos puede pasar por la mente en algún momento.
Siento que agonizas lentamente,
Que quieres luchar fuertemente,
Vivir y reencarnar…
Quisiera que vieras otro mundo debajo de esas estrellas que te arropan;
Quisiera correr por tus praderas aunque no las tengas;
Quisiera por un instante aguantar la respiración por un tiempo indefinido
Y poder saber que puedo estar contigo y estar seguro.
Por mucho tiempo fuiste mi amigo de recreación,
De juegos y de mucha diversión,
Y no importa las veces que me caí y lloré,
Lo importante fue que siempre estuviste allí para hacerme feliz.
No importa que tu grama ya no sea tan verde como antes,
Ni que tus grandes montañas imaginarias se hayan ido,
Tus juegos antiguos y extraterrestres hayan muerto,
Lo importante para mi sigue siendo tu esencia, aquella que sé que no cambiará
Esta noche cuando veas a la luna brillar, pide un deseo,
Cuando sientas el susurro de un bienestar, pide un deseo,
Y aun cuando vuelvas alzar la mirada
No tengas miedo de pedir un deseo.
Labramos nuestros propios caminos,
¡Grita!
Debemos darnos con nuestra propia voz aunque nos cueste,
¡Entonces grita!
Regresa y crea tu propio ser
Porque es el tiempo verdadero para nacer.
¡NO eres tan sólo un lugar eres algo mucho más!
Por un momento vi tu rostro en mis sueños
Y por eso te llamé “Este”,
Y aunque muchos otros de llamen diferente
…yo siempre te llamaré mi “parque del Este”
Rafael Enrique Delgado Sornes
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Más allá del asfalto
Jessica Márquez Gaspar
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Autobiografía de Pablo
Andrea Gómez
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La pequeña Gran Caracas
aunque la bruma sea cada vez menor,
los caraqueños fieles a nuestra versatilidad,
despertamos para enfrentar a la contaminación.
las goteras de los techos de zinc,
con el barro en la escalera,
el caraqueño añora su arepa.
Desde Palo Verde a Propatria,
la ciudad se estremece.
De la tierra nacen sus ciudadanos
y es el color de la tierra quien inunda el trabajo.
Sabana Grande y su Boulevard,
hoy sin buhoneros, mañana con buhoneros,
ayer con intelectuales y jugadores de ajedrez,
hoy con roba carteras otra vez.
Sus desfiles perpetuos de automóviles,
adornados por vendedores de piratería,
la cerveza y el platanito,
son la mejor mercancía que ofrece el chamito.
El Silencio y sus torres ruidosas,
Parque Central y su torre quemada,
ciudadanos que por una tajada
cantan cualquier tonada.
La humedad del asfalto,
producto de la ballena.
Los estudiantes corriendo
y el Presidente riendo.
Los museos y el Ateneo,
el Teresa Carreño y su eco,
reflejo del caraqueño
que no se queda en su lecho.
Villanueva y su sueño,
el Aula Magna, sus nubes,
sus historias, sus caprichos,
sus clandestinos y sus padrinos.
Y el Maestro Billo
que tanto quiso a nuestra Caracas,
la Billo´s Caracas Boys
sucumbe hoy ante el reggaeton.
Oh mi Caracas,
tan noble, tan callada,
tan ejemplar, tan secular,
tan viva, tan muerta.
Oh mi Caracas,
hoy te escribo, mañana te lloro,
hoy te sobrevivo, mañana me lloras,
no quería yo morirme sin contarte mi historia.
Jordy Enrique Moncada Cartaya
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Un lugar en Caracas
Lo mismo otra vez: ir a dormir, como si hubiesen regresado el tiempo. Lo único distinto es que la sonrisa que tuve al levantarme no es igual a la que tengo ahora. Serán dulces sueños después de todo. Gracias, Caracas...
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Etiquetas: Gabriela Camacho
Miedo y asco en Plaza Venezuela
Él vuelve a presionarme el cañón de la pistola contra el costado. Se siente como cuando tu novia te da toquecitos en las costillas para que te rías, te dé cosquilleo y eso. Esto no da risa.
“Entonces, bichitos” vuelve a presionarme él. Tiene la cara regordeta, los dientes un poco separados y está muy bien vestido. Parece que fuese a ver a una chica que trata de impresionar; yo no soy una chica (o no lo era la última vez que revisé), pero estoy poderosamente impresionado, aunque creo que la pistola influye mucho más en mí que su apariencia.
“Pana…” le digo. “Te juro que eso es todo lo que tengo. Estoy llegando a Caracas…” y mientras hablo, estoy pensando “¿Me veo culpable? ¿Irá a creerme? ¿Todas las personas que son atracadas tienen estos pensamientos?” Siento como si tuviese una corbata de plomo. Quiero vomitar y me sorprendo imaginándome su reacción si vomito sobre él. Aprecio demasiado la vida. Opto por contenerme. Por no vomitar.
“Cayó esa rata, vale” dice él, sonriendo.
Puedo imaginar mi rostro de miseria absoluta, llevándome la mano a la chaqueta y sacando al que se ha vuelto el organizador de mi vida. “Las cosas que posees, te poseen” leí una vez. Ya no recuerdo quién lo escribió ni dónde lo vi.
“Ta’ bien el peluche…” me dice él, mira a un lado, guardándose el Blackberry y se pierde entre la multitud en una de las aceras cercanas. Ahí estoy, en medio de la gigantesca redoma de Plaza Venezuela, con una taza gigante de Nescafé montada en uno de los edificios a mi derecha. Solía gustarme andar por aquí, aquí crecí, en Plaza Venezuela rondé con mis panas, mi familia, mis novias. Ahora los motorizados les gritan a los taxistas, los peatones se chocan entre ellos, dos perros se pelean por el último pedazo de hamburguesa que se le cae a uno de los perrocalenteros. La torre de La Previsora (tan familiar que casi es una tía… muy gorda) me dice que son diez para las doce y toda mi ansiedad e inseguridad se concentra en una sola pregunta: ¿Fue Caracas siempre así o alguna vez esta gloria colonial en ruina fue realmente sucursal del cielo?
Victor C Drax
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La mitad de Rosaleda
-perdóneme por la foto, mi capitán…usted y su señora….
-Rosaleda, mi señora se llama Rosaleda.
NOELIA DEPAOLI
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Caracas: refugio de ánimas
Jesús Alejandro Matheus Spósito
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A los pies del obelisco
Había pasado horas contemplándolo, anonadado sin entender cómo un hombre había colocado ese pedazo de cobre en la punta. Conocía el paisaje desde todos los ángulos: parado, sentado, acostado, de derecha a izquierda e inclusive desde el edificio de enfrente. Una tarde le pagó una locha a un niño para que lo llevase a ver la plaza desde el balcón de su apartamento. Cuando anocheció, regresó a casa y luego del regaño no volvió a salir por un mes. Sólo lo veía cuando iba al colegio, estirando el cuello para ver si aún seguía ahí o si se había caído o elevado por los aires hacia alguna otra galaxia.
Paula A. Ortiz Vidal
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¡Que hable Maricé!
Soy María del Carmen, mejor conocida como Maricé, venga. Vivo por El Valle, nada fácil, con mi gente. Mi mamá, Rosalinda anda buenamoza aún, mis dos hermanos Carlos y Oscar, son asistente administrativo de La Crocante de Los Cortijos el uno; y vendedor de repuestos de motos en un taller por La Libertador el otro. Y pues feliz y familiar, como dicen, es esta que cuenta.
A ver, tengo una hija, Diana Yeniser, mira que quería yo un nombre medio aristocrático. La mía es hija de uno ya desaparecido, el Wilmer. Todo comenzó allá con la camisa azul encima. Me caían unos cuantos, pero a mí me gustaba justo ese que, a diferencia de los otros, no me picaba ese ojo ni me miraba, ni si quiera me decía que estaba bella cuando me iba emperifollaba para una reunión de la cuadra. Nada. Ese no me paraba, así que lo rondé y lo cautivé fui yo.
Tuvimos una historia de esas lindas pero ¡zaz! como tantas cosas, se acabó. No ostante no me quedé sola, por ahí venía mi luz, mi niña. Nació bella y sana un 15 de agosto y pues hasta allí quedaron los estudios. Mi mamá, cómo me ayudó. Me logré recuperar y pude salir ‘pa la calle a buscar con qué criar a mi bebé. Poco a poco, con entereza, como dicen, logré hacerme un caminito acá en la zona vendiendo los dulces de la vecina. Luego luego me organicé y terminé el 4to year -espero que sea así la cosa-.
Cuando la chamita iba para los tres, ¡mira! que me hice bachiller. Pelo a pelo, la cabellera. Ahoritiiica es que me vine a dar un parado para trabajar en algo ligero y organizar mi vida. Por acá me dicen soñadora porque yo quiero cosas grandes. Estoy ahora planificando para ver qué quiero y cómo lo hago.
Y es que acá donde me lees, aunque no lo siente tu paladar, soy heladera, venga, que te trabajo to's los días acá en la Plaza Bolívar de esta Caracas. Acá me consigues y me compras uno de fresa pero yo miro para arriba, yo quiero abrir un negocito por allá por Los Próceres. Quiero montar una dulcería. No la quiero panadería, ¡qué va, demasiadas te hay! Quiero yo destacar mi negocito con puuuuro dulce de cuanto quiera el consumidor.
Mientras, reúno la platica y planifico el crédito. No ando en el graaan trabajo porque no conseguí mejor, pero mira que yo le hablo al Libertador de mi plaza y él me dice que voy bien. Y es que érase una vez un Bolívar que se hizo héroe y que motivó la creación de las mil y una plazas con su estatua y entre todas la mía, esta mismita. Mira que Bolívar es inspiración de muchos, incluyendo esos de esa revolución que nada que ver, pero me ha inspirado a mí también, cuando, calladiiiito y certero, me apoya y me da ánimos. Mira que no importa el calor, el frío, la gente; esa estatua ahí, herática -como me enseñó Carlos-, es mi ejemplo de aplomo y fortaleza. ¡Taima!, ¡hierática, digo! Con la i de iiiimaginación e iiiinventiva.
Y bueno ahora andamos en casa con una contingencia –otra del Carlos José-; mi mamá, la Rosalinda, salió preñada ahorita a los treinta y tantos. Mi Diana es mayor que el Aquiles Ulises (mira que mi progenitora de pronto le mete al loco), pero ahí van, como hermanitos jugando. No es lo ideal, pero ¿qué lo es? La vida es una, la mía es ésta, el destino aunque divino también lo decido yo y palante es para allá, ¿es o no es, mi Bolívar?
Mira no más, sus ojos brillan especialmente. Eso es lo que es. Definitivamente, a pesar de las dificultades hay que hacer las cosas lo mejor que se pueda, mirar para arriba y pensársela. Con moral, sueños e inteligencia, pelo a pelo se consigue la oportunidad; esa que pintan calva pero que busco atenta y, sé, me llegará.
Voy para allá, ¿viste, mi Liber?, tú confía que yo te cumplo mis promesas, ¡mira que mis sueños planes de trabajo son!
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