miércoles, 13 de mayo de 2009

La esquina El Socorro

Enlistada en las filas de las Fuerzas Armadas (La avenida, no las Nacionales) está ella. No se para derechita ni respeta el uniforme, más bien tiene la espalda doblada, el pecho herido de abandono, la ropa raída, la piernas temblando... mi esquina...que antes flanqueaba...ahora flaquea. Así de irónico es el olvido.
Mi esquina tiene una novia al otro lado de la calle. Solía verla entre el pasar constante de carros, nubes de smog y de gente. Se querían platónica y alejadamente. El corneteo y las ambulancias los sacaban del embelezo, pero hace 6 meses que no se ven porque la construcción inconclusa de Bus Caracas se interpuso entre los dos. Así de irónico es el amor.
Tiene mi esquina un poste verde de bombillo quebrado del que cuelga un cartel que proclama una arepa a 3 con 50. O luz o comida. Así de irónicas son las posibilidades.
Hay también un zapatero que no envejece nunca, siempre en su carrito de metal, siempre con un lápiz detrás de la oreja izquierda, siempre con las manos embarradas de una mezcolanza amarilla de pegamento y cuero, siempre al lado del hombre que tiene un kiosco en el que sólo venden trenzas de zapatos ¿Cuántas habrá que vender para darle de comer a un niño?. A 7 metros de ellos está el jíbaro clandestino, una suerte de clon de Pedro Knight de piel más clara, que vende incoherencias varias en una caja de cartón: bombitas de agua, máscaras plásticas, mentol chino tapa roja, audífonos, pilas y una imitación de Barbie sin ninguna articulación corporal. La que quema los CD's, el que talla tu nombre en madera y el tipo que anuncia los 20 plátanos por 10Bs.F. Así de irónico es sobrevivir.
El edificio "El Dorado" se levanta como un oasis inescrutable, con sus pisos pulidos, su pizzería, su panadería, su perfumería, su supermercado, su cyber café, su peluquería, su cafetería, su tintorería y su tienda de video. Como si fuese un pecado pisar las aceras sucias, a menos que se tenga una emergencia de magnitudes incalculables. A las puertas de su Banesco, justo cuando termina la cerámica blanquita, una frontera de cartones le hacen una cama a la realidad. Un hombre duerme, esquivado por los tarjetahabientes, bajo una sábana de diarios nacionales. Así de irónicas son las clases sociales. Así de irónico era Adam Smith.
Sentado en una silla de extensión azul, el desocupado le piropea el culo a la transeúnte que, en su intento por lanzarle un paraguazo, enclava el tacón en la alcantarilla. Y ahí deja el zapato, que se llenará de lluvia y dará de beber a un perro. Perro que orina un árbol sembrado en basura y negado a morir. Árbol que lanza flores que compiten con las del kiosco de al lado, que a su vez son tapadas con una bolsa de basura que les puso el desocupado para que no se mojen de más. "Flores de Galipán, embellecen a Caracas". Así de irónica es la belleza.
Del estacionamiento del edificio sale una Tucson negra, la maneja una niña de 18 años que va rumbo inyectarse en las venas la primera dosis de heroína de su vida. Es hija de un ministro y hace 2 meses abandonó la universidad privada a la que va otra chica que, en mi esquina, para la camionetica en medio de tu tumulto de gente. Así de irónico es el futuro.
En esa esquina busca desperdicios quien quiere comer, por lo menos, una vez al día. Busca ofertas el ama de casa que quiere hacer sopa hoy. Busca potes plásticos en el almacén chino, el oficinista que quiere llevarse la comida al trabajo. Busca transporte quien quiere irse lejos. Busca libros quien quiere leer. Busca drogas quien quiere olvidar. Se pone zapatos caros quien quiere ostentar. Se sienta a hablar con extraños quien quiere compañía. Se pone a lanzar improperios quien quiere salir de allí. Se pone minifalda quien quiere un piropito. Así de irónicas son las ganas.
Un niño sonríe con el Bati-bati de uva vendido por el viejo heladero que, al abrir el carrito, recuerda que "San Tomé" lo espera para un trago de media tarde. Sonríe el heladero. El loco baila eufórico al ritmo del vallenato que sale del radio viejo de una buhonera que cuenta sin pudor sus aventuras sexuales. El muchacho bonito se ríe con picardía. La señora descubrió en "Panchita" el número ganador y ahora salta dificultosamente su premio mayor (Compartido, por cierto, con 15mil ganadores más). Así de irónica es la alegría.
La universitaria culta camina con un Ipod full volumen en los oídos. Se alegra mucho de no saber de qué hablan allá afuera. Maldice mucho cuando, el viernes por la noche, los vagos hacen parranda con el carro abierto y la consideración en un bolsillo. Sin embargo, los lunes, cuando empieza el escándalo de principio de jornada que le trastornan el "5 minutos más", se alegra de estar viva, de amanecer, de que Caracas la despierte con un beso... de empezar. Así de irónica es la paz.
En la época del cliché de los techos rojos, fue un puesto de "Socorro" para hacendados de la zona. Más tarde tuvo la construcción más prometedora de la nueva década. Luego fue una artería vial envidiable y ahora, al principio de un nuevo siglo (Que empezó siendo ocaso y no aclaró) es el ombligo de un caos que se mueve en dos sentidos. Cotiza-Puente Hierro / Puente Hierro-Cotiza. Así de irónico es el destino.
Entonces, desde el piso 5, del edificio “El Dorado”, de la esquina El Socorro, de la Avenida Fuerzas Armadas los ojos mojados del futuro se quejan, fruncen el ceño, miran con rabia. Pero no hacen nada. Entonces se conforman, piensan en mañana, se cierran. Mejor no mirar. Así de irónica es la culpa.
A esta, la esquina del medio de las Fuerzas Armadas, algo la reprime más cruento que lo militar. Alguien la lastima, alguien la maltrata, alguien le pide perdón, alguien le sonríe, alguien la conquista, alguien le lleva flores, alguien le promete... alguien consigue volvérsela a revolcar. Mi esquina herida, mi esquina ingenua, mi esquina puta. Desde esta, mi esquina, donde lo perpendicular converge, te invito a caminar.
Victoria Sequera

0 Responses: