miércoles, 13 de mayo de 2009

La redoma de Petare

La mayoría del tiempo, y para muchos de nosotros, Petare no existe. Es una realidad que ni nos toca, si no que nos roza cuando nuestras pupilas rebotan en la autopista con la imagen especular pero bizarra del Ávila. Muy pocos de nosotros sabemos que Petare puede ser un paraíso el sábado por la tarde con todo y que en martes nos parece un infierno.

No es lo mismo decir – En Petare hay 574.211 habitantes, a decir – Mi amiga Mariela vive en Petare o como me dijo ella con una sonrisa, Bienvenida a mi lugar, donde nací, crecí, jugué y vivo.

Lo cierto es que Petare si existe, de lunes a lunes aun cuando yo no la habito, el sábado miraba Petare por primera vez preguntándome porque todo es tan distinto cuando solo tienes que sumergirte mirando a BECO en Chacaito y emerger aquí, en medio de todo, el lugar que le pertenece a tantas personas que se conocen sus calles sin nombres, sus caminos, el atajo escondido que el río sortea debajo de sus pies, el porqué de la basura protagonizando su obra en tal o cual intervalo de acera.

En Petare hay mucho que ver, todo que oír y bastante por descubrir. Que la línea si se habita, que el verdadero collage está escondido entre las chapas clavadas en el asfalto, que tal vez el motivo para que Manotas este ahí de pie, es que está como el Petareño, pidiendo algo que no llega y que se espera con manos crecidas.

Esto no se trata de realismo, se trata de una realidad que pega en el estómago y te obliga a mirar al cielo, para que por un momento si seamos todos iguales. Caminando por Petare las necesidades sentidas se contagian, se meten por los ojos y se depositan en los mismos bolsillos donde se guardan los sueños de cambio.

Mariela me contó riendo como nació debajo de un puente, porque es ahí donde reposa el materno infantil, donde también nacieron sus cinco hermanos y sus tantos primos, me contó que los jises suben alto y que le consta, porque en ellos sube para visitar a su hermano. Me dijo que si quiero escapar del ruido que no trae respuestas, me vaya a contar las piedras del casco aunque eso implique salvar la distancia que parece mucha cuando contemplas el gran muro, pero que no es nada comparable al maravilloso silencio que te ganas si decides aguantar la respiración.

Pasa de todo cuando atraviesas Petare, sonríes porque ves que su gente también es capaz de sonreír, de encontrar un autobús en donde tu solo eres capaz de ver gente yendo y viniendo, de hacerse de un mercado de flores debajo de donde tu te calas la cola de los viernes por la tarde. Pero sobre todo, pasan las preguntas que ya no solo salen de ti, si no que entran luego de salir del suspiro que exhala el buhonero en posición de partida, o el policía que se controla a la jeva mientras trata de indicarle una dirección.

¿Tiene la redoma problemas de personalidad? ¿Será que los motorizados también sueñan con volar? ¿Está Petare afuera o adentro? ¿De que? ¿Importa más su historia o sus historias? ¿Se podrá abrir un concurso al drenaje más osado? ¿Abrirá algún domingo, el teatro César Rengifo? ¿Tendrá el caballo de Sucre, algún secreto guardado? ¿Epicentro de dudas? Puede ser.

Bernadette Guzmán

0 Responses: