Cuenta la historia que hace ya muchos años atrás, en un día soleado de primavera, tuvo lugar una convención de plantas, árboles y flores de Venezuela. Definitivamente era una reunión muy especial para la flora de este país.
Había plantas de distintas partes del estado, algunas de ellas eran muy hermosas, otras de colores increíbles y de aromas inigualables. Al encontrarse todas allí presentes, claro con un elegante retraso, se dio inicio a la conferencia. Entonces, con aires de superioridad, se levanta la agraciada Orquídea a expresar el motivo que las unió a todas ellas esa misma tarde.
-Atención mis queridos hermanos de la naturaleza, primero que nada quiero agradecerles por su asistencia el día de hoy, y segundo, creo que ha llegado la hora de tomar la decisión sobre la creación del jardín, que ya hemos planteado varias veces en el pasado, pero sin concretar nada aún-
Creo yo - dijo alegremente el Araguaney – que es una muy buena idea el de reunir uno de cada especie aquí presentes, y formar así uno de los más bellos y grandes jardines de estas tierras.
Pero como siempre existe el grupo que está en desacuerdo, y uno de ellos era el Cardonal que con su voz grave se dirigió al público- ¡Imposible! Me niego a llevar a cabo este proyecto, ¿quién de verdad está dispuesto a dejar la comodidad y el hábitat natural de nuestros hogares? para que los llamados humanos nos examinen, como si estuviéramos enfermos o fuéramos especies extrañas.
Pero como siempre existe el grupo que está en desacuerdo, y uno de ellos era el Cardonal que con su voz grave se dirigió al público- ¡Imposible! Me niego a llevar a cabo este proyecto, ¿quién de verdad está dispuesto a dejar la comodidad y el hábitat natural de nuestros hogares? para que los llamados humanos nos examinen, como si estuviéramos enfermos o fuéramos especies extrañas.
-Pero ¿por qué tan necio? – Dijo tranquilamente la Rosa de la Montaña – Sabes muy bien que va hacer una oportunidad increíble, todas las personas podrán admirar nuestra belleza y estudiar nuestras magníficas características.
-¡Es verdad! Además el jardín ayudara a incentivar la conservación del ambiente, todo esto es por una buena causa amigos– mencionó el gran árbol de Caoba.
-¡Qué ocurrencia la tuya! Qué barbaridad que piensen semejantes tonterías, me opongo a marcharme de mi lugar y dejarme caer en manos de unos ingratos- refutó el Urape Blanco.
-¿De verdad creen que ellos nos van a apreciar? No lo pienso – comentó el Samán-
-Ay dejen la testarudez de una vez por todas, no entienden que con esto va hacer posible que conozcan el mundo vegetal, ¡Nuestro mundo! – aportó la Palmera, ya cansada de la misma discusión.
-¡Es verdad! Además el jardín ayudara a incentivar la conservación del ambiente, todo esto es por una buena causa amigos– mencionó el gran árbol de Caoba.
-¡Qué ocurrencia la tuya! Qué barbaridad que piensen semejantes tonterías, me opongo a marcharme de mi lugar y dejarme caer en manos de unos ingratos- refutó el Urape Blanco.
-¿De verdad creen que ellos nos van a apreciar? No lo pienso – comentó el Samán-
-Ay dejen la testarudez de una vez por todas, no entienden que con esto va hacer posible que conozcan el mundo vegetal, ¡Nuestro mundo! – aportó la Palmera, ya cansada de la misma discusión.
Siguieron debatiendo por algunas horas más, hasta que al fin se acordó fundar el jardín. Sin embargo todavía quedaba un punto por resolver: ¿Cómo lograrían crearlo?
Para su fortuna un humano que espiaba detrás de una roca alcanzó escuchar todo el plan, y decide ayudarlas en su causa tan noble y simplemente grandiosa. Él les aseguró que nada tenían que temer, que las cuidaría y las respetaría, a lo que las plantas accedieron, ya que en él se podía leer la sinceridad en su mirada.
Para su fortuna un humano que espiaba detrás de una roca alcanzó escuchar todo el plan, y decide ayudarlas en su causa tan noble y simplemente grandiosa. Él les aseguró que nada tenían que temer, que las cuidaría y las respetaría, a lo que las plantas accedieron, ya que en él se podía leer la sinceridad en su mirada.
Este Hombre llamado Tobías Lasser, les prometió buscar ayuda y abrir el Jardín Botánico de Caracas. Poco a poco especies de todo tipo de vegetación se fueron mudando al jardín, el cual sería su nueva morada. Y fue así que en 1958, cumpliendo su palabra, se inauguró este punto de encuentro entre la naturaleza y el hombre. En él llegarás a observar sorprendentes colores, formas y admirarás la belleza de cada especie, características que definen a nuestra querida Venezuela.
Samar Yasmin Hokche Y.
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